Entrelazados

En el mes de febrero, siguiendo con el reto #wildart2021, la palabra inspiradora para la ilustración era la del título de este post. Buscando animales en Pinterest, encontré la imagen de dos elefantes africanos entrelazando sus trompas, que me pareció sencillamente preciosa, y la tomé de referencia para mi ilustración.



Esta especie, Loxodonta africana, hermana nuestra en el pequeño grupo Mamífera, es el animal terrestre más grande que existe en la actualidad, pueden alcanzar más de 3 metros de altura y un peso aproximado de entre 3000 y 6500 kg. (e incluso más), pueden vivir alrededor de 70 años,  sus cerebros llegan a los 5 kg de peso y tienen el triple de neuronas que los nuestros. las hembras tienen embarazos de 22 meses y amamantan a las crías durante cuatro años. Estas hembras se protegen y protegen a sus crías formando manadas, normalmente muy emparentadas, en las que se ayudan mutuamente con las crías. 

Su trompa es un órgano multifuncional sumamente complejo, con unos 100.000 músculos diferentes, que le sirve para respirar, oler, comunicarse emitiendo sonidos, beber, procurarse el alimento, ducharse, dar trompazos, levantar peso, amenazar y coger cosas... en su punta dispone de dos protuberancias sumamente sensibles, a modo de dedos, que le permiten coger objetos muy pequeños.

Sus enormes orejas los hacen encantadores a nuestros ojos... no se si a ellos también les parecerán hermosas... pero, si más no, les sirven para disipar calor y refrescarse.

A todos nos es conocida su fama de tener una gran memoria y de asustarse con un pequeño ratón... y es que, pese a su gran tamaño, tienen sus miedos como nosotros, a seres mucho más pequeños como, por ejemplo, abejas y hormigas.

Recuerdo una secuencia que me impactó de un documental de elefantes que vi hace ya muchos años y, por desgracia, ya no recuerdo su título... En ella un grupo de elefantes al pasar cerca de los huesos de unos congéneres, se apartaban de su camino acercándose a ellos y, como rindiéndoles homenaje, los acariciaban con sus trompas durante un rato. 

Me dio la impresión, por sus gestos, que reconocían aquellos huesos, quizás eran de familiares o miembros de la antigua manada. Quien sabe si cuando murieron, por vejez o por causa violenta, ellos lo presenciaron desde cierta distancia...  estas posibilidades y alguna más pasaron por mi mente. 

Nosotros, ahora, no rendimos ese tipo de homenaje al recuerdo de nuestros seres queridos, pero no siempre ha sido así... o no, al menos, en todas las culturas humanas. En un documental (este lo gravé en un CD que aún conservo y si no se ha estropeado lo podría volver a ver) sobre tribus de indios americanos a principios del siglo XX, en una de ellas tenían la costumbre de conservar junto a ellos y tomar en sus brazos los huesos de sus familiares o miembros apreciados de la tribu. En nuestra cultura nos conformamos con guardar fotografías o pequeños objetos que les pertenecieron y de vez en cuando tomarlos, mirarlos, olerlos y acariciarlos... como un sucedáneo de lo que, si no tuviéramos esos objetos, haríamos con sus restos.

Loxodonta africana está clasificado por la U.I.C.N (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza) como “vulnerable”. Lo cierto es que, en el pasado siglo, de una población estimada de doce millones se pasó a una de 400.000 individuos. Y, mientras decrece esta especie en el continente africano, la población humana se ha multiplicado por diez, según fuentes de CITES (Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Flora y Fauna Salvajes) en el 2019, pasando de 125 a 1225 millones 

Debido a que el marfil es muy codiciado por los humanos, pese a que la especie está protegida, la caza ilegal continúa. En National Geographic leí que una media de 92 elefantes mueren cada día a manos de los cazadores. Independientemente de mafias, codicia e intereses..., en África no abundan las oportunidades laborales que digamos... quizás muchos de esos cazadores no conozcan, o no tengan a su alcance, otra forma de ganarse la vida. Aunque muchos se reconvirtieran en guardas de las Reservas y Parques Nacionales no puede haber trabajo para todos.

Es una pena para el elefante y me duele imaginar que una especie tan maravillosa pudiera llegar a desaparecer...




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